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¿Dónde está el problema?

Publicado: 2016-04-17

¿Dónde está el Problema?

La contienda electoral nacional 2016 pronto concluirá. Desde ya, un importante y destacable resultado es que la candidata presidencial socialista, la propuesta “de izquierda”, ha captado casi el 19% del electorado y los candidatos del “Frente Amplio” accedieron a 20 de los 130 curules del Congreso de la República. Verónika Mendoza, no estuvo lejos de disputar la segunda vuelta presidencial, y la organización política que ella representa es ahora la segunda fuerza del Poder Legislativo del Perú, la “oposición firme y fiscalizadora” para los próximos cinco años.

Uno de los principales y sólidos argumentos del Frente Amplio (FA), que atrajo la simpatía traducida en voto de muchos electores, fue presentarse como la fuerza política que enfrentará frontalmente la inmoralidad y corrupción que campea en la política y en la gestión pública en todo el país. Presentarse como una propuesta política donde el bien común sea objeto de todo esfuerzo del funcionario público. Ambiciosa tarea la de enfrentarse a la campante corrupción, mal endémico y cáncer generalizado que corroe la vida pública nacional desde los albores de la república (recordamos la denuncia y lucha de don Manuel González Prada, 1848-1918). Constituirse en muro de contención y freno a incontroladas ambiciones del poder económico, al poder de la corrupción, y al abuso de poder. Asumir la defensa de los derechos del trabajador, de la población indígena explotada y marginada, de la mujer víctima del abuso machista, así como del ambiente y recursos naturales frente a pretensiones de degradación y depredación de agentes económicos. Por lo tanto, no extraña que muchos jóvenes y “ciudadanos de a pie” sean atraídos por tales propuestas. Más bien, eso es bueno. Qué bueno sería que todos los peruanos simpaticen y apoyen tan noble causa.

Sin embargo, el FA tiene también otras propuestas. Propone la legalidad del aborto, que significa el permiso y las facilidades para dar muerte a la vida humana que se desarrolla en etapa pre-natal en el vientre de su madre (“interrupción del embarazo”, le llaman). Propone “re-inventar” el concepto de matrimonio y familia e incluir el supuesto derecho de las parejas homosexuales a casarse y constituir una familia, negando el derecho del niño a tener un papá y una mamá. Propone el reconocimiento de la prostitución como un trabajo digno, y por lo tanto promueve los derechos de “los trabajadores sexuales”. ¿Propuestas liberadoras que buscan despertar a una sociedad tradicional, “cucufata” y oprimida por la religión, denunciando a tanto fariseo que pulula (después de todo “la religión es el opio del pueblo”, según Karl Marx)?

Entonces caben estas preguntas. ¿Quién determina lo que es moral, es decir, lo que es bueno versus lo que es malo? ¿Cómo diferenciar la justicia de la injusticia? ¿Quién decide quién tiene derechos humanos? ¿Cuál es el orden de prelación del derecho humano a vivir? ¿Cuáles son los tabúes y prejuicios morales sociales que el Estado debe cancelar porque frenan el “progreso”? ¿Qué es progreso, al cual legítimamente aspira la sociedad? A la postre: ¿cuán legítima es la propuesta moral del FA?

Para ejemplificar el argumento, permítase abordar el caso de la prostitución. La prostitución existe desde tiempos ancestrales. Más de dos mil años atrás la Biblia habla del encuentro de Jesús con la prostituta, y sale en su defensa. Cada una de las miles de mujeres y varones en el Perú que se dedican a este oficio tiene una historia y un drama personal. Cada una tiene razones personales que la empujaron a transitar por este camino ingrato y penoso.

Antes de ir más allá, son necesarias dos aclaraciones. Una en el plano legal y la segunda de orden moral. La primera: está fuera de discusión el derecho de todo ciudadano para hacer proselitismo y actividad política partidaria. Es un derecho ciudadano que tienen las prostitutas organizadas, como también los miembros del “Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales” – MOVADEF. La segunda: No a la hipocresía. “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”; absolutamente válidas las célebres palabras del Maestro. ¿Moralista de día, y de noche usuario del meretricio? Repudio al fariseísmo. Luego, cada una de dichas aclaraciones conllevan a sendas preguntas: En el plano legal: ¿Hubiera logrado el FA ese resultado electoral si hubiesen en sus filas abanderados del MOVADEF? Y en el orden moral: ¿Cancelamos el pecado para que así no haya pecadores? Más claro: ¿puesto que todos somos pecadores, que cada se comporte como le plazca?

La ciudadana Ángela Villón es una prostituta agremiada que fue candidata al Congreso por el “Frente Amplio”. A través de ella y de otros candidatos, el FA buscaba promover la prostitución, defender los “derechos de las trabajadoras sexuales” y otros supuestos derechos. Villón buscaba legitimidad ante el elector presentándose como una “puta decente”, “una buena esposa y una buena madre”, proponiendo hacer del Congreso “un burdel respetable”. Finalmente no recibió apoyo del elector.

La prostituta vende su cuerpo al mejor postor. ¿La prostitución es un trabajo digno que enaltece a la mujer, o una ocupación denigrante y degradante a la persona humana? ¿No es acaso la prostitución es una forma de explotación, que mercantiliza y cosifica a la mujer? ¿Es posible “una puta decente”? ¿Puede ser digno que una prostituta venda su cuerpo al mejor postor, pero a la vez indigno que un funcionario público venda su consciencia a quien le pague más? ¿Le agradaría que su madre o su hija sean prostitutas? Con total seguridad, a nadie, a ninguno quienes leen estas líneas, le agradaría que su madre o su hija se dediquen a este vergonzoso oficio. Ni a Verónika Mendoza Frisch. Entonces, ¿con qué sinceridad y autoridad el FA decide y proclama que la prostitución es un trabajo digno al que hay que reivindicar y promover?

¿Dónde está el problema? ¿Cuál es problema con la propuesta del FA? El problema no es proponer un cambio radical del modelo económico del país. Se puede evaluar y argumentar sobre los beneficios sociales y socio-económicos de un nuevo modelo económico. Si se busca el bien común, todo cambio es bienvenido. El problema está en el cambio radical del orden moral que le propone al país. ¿Por qué es eso problema? Puesto que si cambia el orden moral de la sociedad, ya no interesa el modelo económico del Estado. Ya no tendría sentido, no sería bueno ni útil. ¿Bueno para qué? ¿Útil para quién? Sería, en palabras de sabiduría popular: “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

¿De qué vale un prometedor nuevo modelo económico para el Estado aparejado de un cambio radical del orden moral de la sociedad? La paradoja: la propuesta política y económica del FA se basa en los mismos principios morales de justicia, paz y solidaridad que pretende derrumbar. La contradicción: si los principios morales son “re-inventables”, el quehacer humano carecería de fundamento y criterio moral. Sería abrazar la doctrina del relativismo, por la cual todo es subjetivo y por lo tanto todo vale. Los más vulnerables y marginados de la sociedad caerían en las garras del más fuerte, sería la “la ley de la selva”. Grave peligro: amplio frente, pero sin brújula.

Esta propuesta de mudar el orden moral no es ni nueva y ni peruana. Lamentablemente, va aceleradamente ganando terreno a nivel mundial, e incorporándose en el ordenamiento jurídico de las naciones. Es verdad, no es lo mismo legalidad y justicia, pero una ley puede ser nefasta utilitaria de la corrupción. Así ocurre en la mayoría de países “desarrollados” y “modernos”, y en sociedades opulentas. Es parte de la misión y mandato de organismos internacionales, que buscan “modernizar” a las naciones “tradicionales”. A nivel internacional no es propuesta sino imposición.

Como resultado, en muchos países ya es legal la eliminación selectiva de los más indefensos seres humanos en el vientre materno, sea por su sexo, por sus fallas físicas o por carencias socio-económicas de la familia, o simplemente “a demanda”. Se ha legalizado el “matrimonio” entre homosexuales, y a la vez “re-educando” y forzando a la sociedad a que lo acepte. En los países “liberales”, “progresistas” y “modernos” se está proponiendo liberarse de otros “tabúes”, y legitimar y legalizar otros “derechos”, como el incesto y el “matrimonio trial” entre tres personas. La pornografía es ahora “expresión de arte”. Se pretende reivindicar y legalizar la pedofilia como una forma de vivir la sexualidad humana que debe ser aceptada con naturalidad por la sociedad. Y la lista seguirá. Los individuos o grupos que ofrecen resistencia son tildados y acusados de tradicionales, retrógradas, arcaicos, cucufatos, opresores, según el caso.

Felizmente la mayoría de los peruanos rechaza esa imposición. Gracias a Dios, la sociedad peruana es aún tradicional. Pero no es asunto de voto: aunque sean minoría, quienes sostienen la verdad, la defenderán aun a costa de ojeriza y persecución. Que siga así, que la búsqueda del bien común sea la razón de ser de la política. Que se velen por los derechos de los más pequeños, de los más vulnerables y de las futuras generaciones. Que se promueva a la familia como cédula básica de la sociedad. Que se respete el orden moral, por el cual: i) la justicia es darle a cada quien lo que le pertenece; ii) la solidaridad, ser sensible y compartir con cada uno según sus necesidades iii) la paz social no es resultado de la represión sino el logro agregado del más íntimo equilibrio y armonía interior del ser humano. Que los peruanos de buena voluntad estén unidos en defensa de la misma causa: justicia, paz y solidaridad. ¡Que todos abracemos tan noble causa!

Por un socialismo político peruano basado en el orden moral, verdad incólume que prevalecerá por siempre. ¿Propuesta de cambio de modelo económico? Sí, es posible. ¿Imposición de otro orden moral? ¡Rechazo rotundo, eso no es negociable!

Julio F. Alegría

DNI 18037377

julio.f.alegria@gmail.com


Escrito por

Julio F. Alegría

Ingeniero Agrícola de la Universidad Nacional Agraria La Molina (1981); Master of Science de Colorado State University (1984).


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